9/01/2020, 1:44:03 PM
H. sapiens sapiens es un animal, específicamente un primate, y como tal está programado para satisfacer instintivamente sus necesidades materiales (comer), asegurar su supervivencia (refugiarse y protegerse), y reproducirse.
Cuando empezó la modernidad conductual y nos volvimos agricultores en vez de simples cazadores-recolectores, comenzamos a crear sociedades más grandes, con extensiones territoriales mayores a la simple aldea, y con relaciones y estructuras de orden y control más complejas. Para que estas sociedades funcionen (es decir, para que no nos terminemos matando unos a otros), son necesarias ciertas reglas de comportamiento que hemos establecido a medida que hemos intentado crear sociedades. Estas son la base de la ley y de la política.
La mayoría de estas reglas surgen de un balance entre la necesidad de coexistir en harmonía como animales sociales y la necesidad de satisfacer nuestras necesidades básicas, usualmente en leve detrimento de las últimas poniendo el bien común por encima. Entonces aparecen instituciones como la propiedad y el comercio, donde nos ponemos de acuerdo sobre la posesión de tierras y cosas para poder garantizar el sustento de todos los miembros. Aparece la institución militar también, en la que a los físicamente más aptos se les encarga la protección de la colectividad y la expansión del territorio. Y, entre esas cosas, aparecen instituciones como la monogamia en serie y el matrimonio.
La lógica de todo esto es que, sin estas instituciones que son relativamente nuevas, no podemos vivir juntos como lo hacemos hoy. Sin la propiedad, los más fuertes simplemente tomarán a la fuerza del resto lo que necesitan para sustentarse, sin importar si los otros mueren de hambre. Algo similar sucedería con las relaciones filiales: sin la monogamia en serie, los más fuertes toman y preñan a la mayoría de las hembras, eliminando a los otros machos que estén en su camino.
¿Por qué? Porque somos primates territoriales y evolucionamos del lado incorrecto del río Congo: nuestros ancestros fueron los coñoemadres chimpancés, no los pacíficos y colaborativos bonobos que crecieron del otro lado del río.
En resumidas cuentas, la infidelidad es un vestigio instintivo. El quesúo que le monta cachos a la hembra indiferente al final no es tan distinto del hambriento que roba de la panadería. El problema lo tenemos con el echaíto pa' adelante que anda propasándose con todas las hembras que consigue, porque es el equivalente de un malandro y un atracador.
Y, sin querer entrar en polémicas políticas, es evidente que el colapso de la ley, el orden y la moral es la razón por la que Venezuela ya no es un país sino un poco e' gente que está en el mismo lugar.
Cuando empezó la modernidad conductual y nos volvimos agricultores en vez de simples cazadores-recolectores, comenzamos a crear sociedades más grandes, con extensiones territoriales mayores a la simple aldea, y con relaciones y estructuras de orden y control más complejas. Para que estas sociedades funcionen (es decir, para que no nos terminemos matando unos a otros), son necesarias ciertas reglas de comportamiento que hemos establecido a medida que hemos intentado crear sociedades. Estas son la base de la ley y de la política.
La mayoría de estas reglas surgen de un balance entre la necesidad de coexistir en harmonía como animales sociales y la necesidad de satisfacer nuestras necesidades básicas, usualmente en leve detrimento de las últimas poniendo el bien común por encima. Entonces aparecen instituciones como la propiedad y el comercio, donde nos ponemos de acuerdo sobre la posesión de tierras y cosas para poder garantizar el sustento de todos los miembros. Aparece la institución militar también, en la que a los físicamente más aptos se les encarga la protección de la colectividad y la expansión del territorio. Y, entre esas cosas, aparecen instituciones como la monogamia en serie y el matrimonio.
La lógica de todo esto es que, sin estas instituciones que son relativamente nuevas, no podemos vivir juntos como lo hacemos hoy. Sin la propiedad, los más fuertes simplemente tomarán a la fuerza del resto lo que necesitan para sustentarse, sin importar si los otros mueren de hambre. Algo similar sucedería con las relaciones filiales: sin la monogamia en serie, los más fuertes toman y preñan a la mayoría de las hembras, eliminando a los otros machos que estén en su camino.
¿Por qué? Porque somos primates territoriales y evolucionamos del lado incorrecto del río Congo: nuestros ancestros fueron los coñoemadres chimpancés, no los pacíficos y colaborativos bonobos que crecieron del otro lado del río.
En resumidas cuentas, la infidelidad es un vestigio instintivo. El quesúo que le monta cachos a la hembra indiferente al final no es tan distinto del hambriento que roba de la panadería. El problema lo tenemos con el echaíto pa' adelante que anda propasándose con todas las hembras que consigue, porque es el equivalente de un malandro y un atracador.
Y, sin querer entrar en polémicas políticas, es evidente que el colapso de la ley, el orden y la moral es la razón por la que Venezuela ya no es un país sino un poco e' gente que está en el mismo lugar.
¡Sé que mi nick te incomoda! Relájate y acostúmbrate, que la vida es bella.