19/04/2020, 6:30:02 PM
OK, papis. Aquí va mi historia poco convencional.
Estoy convencido de que mi infección se dio en la semana del 16 de Marzo. De donde vino no lo sé: durante un tiempo sospeché de un ingeniero en mi empresa con el que tuve una reunión en esos días y que había estado de vacaciones visitando a sus papás en España. El peo es que él nunca tuvo síntomas (de hecho nadie en la oficina), nunca le hicieron la prueba y si se la hacen hoy pues seguro sale negativo. Pero no necesariamente tuvo que haber sido él, pues cualquier puerta, botón de ascensor o superficie que toqué pudo haber sido el vehículo.
El viernes 20 empecé a sentir que me iba a dar gripe. Uno conoce la sensación de cansancio y molestia en la garganta y la pesadez y fatiga que se siente. De bolas que de una vez pensé que tenía que ser esta peste del coño, pero las autoridades en salud dicen que lo más importante es no alarmarse ni buscar ayuda hasta que lleguen los síntomas más importantes, que son la fiebre y la dificultad para respirar.
La fiebre me llegó el sábado 21 en la tarde. Hacía un día precioso y caliente con mucho sol, pero yo estaba en la cama arropado con escalofríos sintiendo como si estuviera desnudo en el páramo merideño. La noche anterior la había pasado en la habitación de mi hijo; lo mandé a él a dormir con su madre y les ordené que me dejaran sólo y evitaran todo tipo de contacto conmigo. No dormí mal pero sí tuve unas pesadillas descojonantes (como que un gordo con un hacha me perseguía para cortarme las manos), que supongo fueron por el estrés de esta impredecible enfermedad.
Hasta ese momento no había presentado pérdida de apetito ni del olfato. Esto último nunca lo viví durante la enfermedad a pesar de que los medios hablan mucho de eso, y para cerciorarme pasé todos esos días oliéndome el sobaco, o pasándome las manos por las bolas y oliéndomelas.
Las ganas de comer sí se me quitaron el sábado en la noche y me la pesadez se empeoró. Me tomé en té, acetaminofen y me fui a dormir. Disciplinadamente venía tomando fluidos desde la noche anterior y mi mujer compró en la farmacia de esos sueros con sabor a naranja que fueron mi principal bebida durante todo este tiempo. En fin, la noche iba bien pero en la madrugada sí empecé a sentir el pecho apretado y una pequeña molestia en la garganta. Me desperté el domingo cansado, agüevoniado, dormí toda la mañana después de comerme el desayuno que mi mujer dejó en la puerta del cuarto... los platos los lavaba yo solo en el baño. Mi mujer llegó en la tarde con el termómetro y tenía 39 grados. El coño e' su madre.
Total, el domingo en la tarde llamo a mi número de emergencias médicas. La pana que me atiende me felicitó por haber aislado a mi familia y tomar las precauciones del caso, y me preguntó si yo tenía alguna condición como diabetes, hipertensión, problemas cardiacos, obesidad, o que si tenía antecedentes familiares de ello. No tengo nada de eso, pero sí está en mi árbol genealógico. Al final de la llamada me dijo que había que hacerme la prueba y me dieron cita para el lunes a las 10AM.
Salí vestido con mascarilla y guantes. Manejé yo solo. Mi esposa insistía en acompañarme pero la mandé a volar porque ella se podía infectar y porque si ella iba tendría que llevar también al niño, que estaba en la casa con las clases suspendidas. Así que me fui yo solo hasta la clínica. Cuando andas vestido así la gente te mira con recelo, como si tuvieras la puta plaga y los fueras a matar. En fin, me atiende un pana vestido igual que yo que se llamaba Eric de Jesús. Me metió sendos hisopos por la nariz hasta el fondo que me dolió que jode, los guardó y me tomó los datos. Me pesó y midió, tomó temperatura... o sea la revisión general. Al final me dijo que me llamarían en el transcurso de 24 horas para saber los resultados.
Las próximas horas fueron de angustia, tos y más tos, fiebre que iba y venía, y un eterno suplicio para poder comer. No sentía hambre, pero sí sentía la necesidad de comer. Me acostaba a dormir y me despertaba por la tos. Líquido y más líquido; ya meaba más que un galápago. Así repetimos hasta el otro día. Llegó la llamada el martes en la mañana y era Eric de Jesús diciéndome que era positivo por SARS-CoV-2, que debía tomar todas las precauciones para evitar la infección de mis familiares, amigos y personas cercanas, que debía alertar a las personas con las que tuve contacto y que debía guardar reposo. Me dio un número directo de emergencias al que debía llamar si empezaba a presentar síntomas de neumonía para que me internaran. Afortunadamente nunca lo tuve que usar. Lo último que me dijo es: "te va a llamar alguien del Ministerio de Salud y lo vas a tener que atender".
Esa llamada entró al mediodía justo cuando estaba intentando comer y fue la vaina más incómoda del mundo. Supuestamente fue para preguntarme si había salido del país, dónde trabajaba, dónde vivía y con quienes me relacionaba. Pero los panas ya tenían esa información... tenían mis movimientos migratorios, información laboral y residencial, y todo me lo decía la mujercita que me llamó en un tono de "yo ya lo sé así que no te pongas mojonero". La gota que derramó el vaso fue la amenaza al final... que yo estaba legalmente ordenado a cuarentena y que si salía a la calle a otra cosa que no fuera comida o medicinas me podía meter en problemas penales. En fin, una mierda. Celebré al colgar.
Las próximas horas las pasé en el celular hablando con gente importante. Primero alerté a mi familia, luego a mis amigos con los que comparto, y finalmente a mis compañeros de trabajo. Inmediatamente la empresa cerró y mandó a esterilizar la oficina y que todo el mundo se quedara en la casa hasta nuevo aviso.
En cuanto a síntomas, me empecé a sentir menos peor. Las fiebres ya no estaban tan fuertes, pero sí estaba con mucho moco en la garganta y tosiendo que jode.
Lo que sigue es lo gracioso. La gente es demasiado chismosa. Gente con la que tengo años sin hablar y que vive a miles de kilómetros de donde yo estoy me empezó a escribir para preguntarme cómo estaba y desearme el bien. Un mojón con el que no hablo desde hace más de diez años me escribió y luego me dijo que esto es lo que pasa cuando uno no se lava las manos, no usa mascarilla y no se distancia... le respondí diciéndole que sucio el niés de su abuela y que me mamara el güevo. Lo bloqueé y no pienso dirigirle más nunca la palabra.
Pasaron los días y me empecé a sentir mejor, a comer mejor, las fiebres pasaron y hoy por hoy si acaso siento una carraspera en la garganta de vez en cuando. Justo antes de Semana Santa fui donde Eric de Jesús quien básicamente me dio de alta. Cosa buena: mi mujer y mi hijo nunca presentaron síntomas, así que a estas alturas nunca lo harían. "Toy curao", como dijo el innombrable.
Peeero, la gente es una vaina seria. Ninguno de mis amigos o allegados me ha querido visitar. Soy como un mardito leproso y aquí sigo pelando bola. Por alguna razón siento que seguiré así por mucho tiempo.
Y aquí estoy y aquí me tienen.
Estoy convencido de que mi infección se dio en la semana del 16 de Marzo. De donde vino no lo sé: durante un tiempo sospeché de un ingeniero en mi empresa con el que tuve una reunión en esos días y que había estado de vacaciones visitando a sus papás en España. El peo es que él nunca tuvo síntomas (de hecho nadie en la oficina), nunca le hicieron la prueba y si se la hacen hoy pues seguro sale negativo. Pero no necesariamente tuvo que haber sido él, pues cualquier puerta, botón de ascensor o superficie que toqué pudo haber sido el vehículo.
El viernes 20 empecé a sentir que me iba a dar gripe. Uno conoce la sensación de cansancio y molestia en la garganta y la pesadez y fatiga que se siente. De bolas que de una vez pensé que tenía que ser esta peste del coño, pero las autoridades en salud dicen que lo más importante es no alarmarse ni buscar ayuda hasta que lleguen los síntomas más importantes, que son la fiebre y la dificultad para respirar.
La fiebre me llegó el sábado 21 en la tarde. Hacía un día precioso y caliente con mucho sol, pero yo estaba en la cama arropado con escalofríos sintiendo como si estuviera desnudo en el páramo merideño. La noche anterior la había pasado en la habitación de mi hijo; lo mandé a él a dormir con su madre y les ordené que me dejaran sólo y evitaran todo tipo de contacto conmigo. No dormí mal pero sí tuve unas pesadillas descojonantes (como que un gordo con un hacha me perseguía para cortarme las manos), que supongo fueron por el estrés de esta impredecible enfermedad.
Hasta ese momento no había presentado pérdida de apetito ni del olfato. Esto último nunca lo viví durante la enfermedad a pesar de que los medios hablan mucho de eso, y para cerciorarme pasé todos esos días oliéndome el sobaco, o pasándome las manos por las bolas y oliéndomelas.
Las ganas de comer sí se me quitaron el sábado en la noche y me la pesadez se empeoró. Me tomé en té, acetaminofen y me fui a dormir. Disciplinadamente venía tomando fluidos desde la noche anterior y mi mujer compró en la farmacia de esos sueros con sabor a naranja que fueron mi principal bebida durante todo este tiempo. En fin, la noche iba bien pero en la madrugada sí empecé a sentir el pecho apretado y una pequeña molestia en la garganta. Me desperté el domingo cansado, agüevoniado, dormí toda la mañana después de comerme el desayuno que mi mujer dejó en la puerta del cuarto... los platos los lavaba yo solo en el baño. Mi mujer llegó en la tarde con el termómetro y tenía 39 grados. El coño e' su madre.
Total, el domingo en la tarde llamo a mi número de emergencias médicas. La pana que me atiende me felicitó por haber aislado a mi familia y tomar las precauciones del caso, y me preguntó si yo tenía alguna condición como diabetes, hipertensión, problemas cardiacos, obesidad, o que si tenía antecedentes familiares de ello. No tengo nada de eso, pero sí está en mi árbol genealógico. Al final de la llamada me dijo que había que hacerme la prueba y me dieron cita para el lunes a las 10AM.
Salí vestido con mascarilla y guantes. Manejé yo solo. Mi esposa insistía en acompañarme pero la mandé a volar porque ella se podía infectar y porque si ella iba tendría que llevar también al niño, que estaba en la casa con las clases suspendidas. Así que me fui yo solo hasta la clínica. Cuando andas vestido así la gente te mira con recelo, como si tuvieras la puta plaga y los fueras a matar. En fin, me atiende un pana vestido igual que yo que se llamaba Eric de Jesús. Me metió sendos hisopos por la nariz hasta el fondo que me dolió que jode, los guardó y me tomó los datos. Me pesó y midió, tomó temperatura... o sea la revisión general. Al final me dijo que me llamarían en el transcurso de 24 horas para saber los resultados.
Las próximas horas fueron de angustia, tos y más tos, fiebre que iba y venía, y un eterno suplicio para poder comer. No sentía hambre, pero sí sentía la necesidad de comer. Me acostaba a dormir y me despertaba por la tos. Líquido y más líquido; ya meaba más que un galápago. Así repetimos hasta el otro día. Llegó la llamada el martes en la mañana y era Eric de Jesús diciéndome que era positivo por SARS-CoV-2, que debía tomar todas las precauciones para evitar la infección de mis familiares, amigos y personas cercanas, que debía alertar a las personas con las que tuve contacto y que debía guardar reposo. Me dio un número directo de emergencias al que debía llamar si empezaba a presentar síntomas de neumonía para que me internaran. Afortunadamente nunca lo tuve que usar. Lo último que me dijo es: "te va a llamar alguien del Ministerio de Salud y lo vas a tener que atender".
Esa llamada entró al mediodía justo cuando estaba intentando comer y fue la vaina más incómoda del mundo. Supuestamente fue para preguntarme si había salido del país, dónde trabajaba, dónde vivía y con quienes me relacionaba. Pero los panas ya tenían esa información... tenían mis movimientos migratorios, información laboral y residencial, y todo me lo decía la mujercita que me llamó en un tono de "yo ya lo sé así que no te pongas mojonero". La gota que derramó el vaso fue la amenaza al final... que yo estaba legalmente ordenado a cuarentena y que si salía a la calle a otra cosa que no fuera comida o medicinas me podía meter en problemas penales. En fin, una mierda. Celebré al colgar.
Las próximas horas las pasé en el celular hablando con gente importante. Primero alerté a mi familia, luego a mis amigos con los que comparto, y finalmente a mis compañeros de trabajo. Inmediatamente la empresa cerró y mandó a esterilizar la oficina y que todo el mundo se quedara en la casa hasta nuevo aviso.
En cuanto a síntomas, me empecé a sentir menos peor. Las fiebres ya no estaban tan fuertes, pero sí estaba con mucho moco en la garganta y tosiendo que jode.
Lo que sigue es lo gracioso. La gente es demasiado chismosa. Gente con la que tengo años sin hablar y que vive a miles de kilómetros de donde yo estoy me empezó a escribir para preguntarme cómo estaba y desearme el bien. Un mojón con el que no hablo desde hace más de diez años me escribió y luego me dijo que esto es lo que pasa cuando uno no se lava las manos, no usa mascarilla y no se distancia... le respondí diciéndole que sucio el niés de su abuela y que me mamara el güevo. Lo bloqueé y no pienso dirigirle más nunca la palabra.
Pasaron los días y me empecé a sentir mejor, a comer mejor, las fiebres pasaron y hoy por hoy si acaso siento una carraspera en la garganta de vez en cuando. Justo antes de Semana Santa fui donde Eric de Jesús quien básicamente me dio de alta. Cosa buena: mi mujer y mi hijo nunca presentaron síntomas, así que a estas alturas nunca lo harían. "Toy curao", como dijo el innombrable.
Peeero, la gente es una vaina seria. Ninguno de mis amigos o allegados me ha querido visitar. Soy como un mardito leproso y aquí sigo pelando bola. Por alguna razón siento que seguiré así por mucho tiempo.
Y aquí estoy y aquí me tienen.
¡Sé que mi nick te incomoda! Relájate y acostúmbrate, que la vida es bella.