25/05/2013, 9:31:01 AM
Para muchos, nivela el yin y el yang. Para otros, representa la cumbre del placer oral. Lo cierto es que esta postura iguala a ambos miembros de la pareja y es parte de “la previa” desde que el mundo es mundo. Pero, ¿por qué se llama así? La historia secreta de una de las posiciones más excitantes a la hora del amor.
“Uno más uno es 69: dos personas entrelazadas una sobre la otra, específicamente sobre su sexo”. Nada mejor que esta célebre frase del escritor surrealista Raymond Queneau para describir una de las posiciones más placenteras del encuentro amoroso. Postura infaltable en la batalla entre las sábanas, parte indiscutida de la previa, número erótico por excelencia, mucho se ha dicho sobre el origen de su nombre. Esta es la verdadera historia.
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El año de la revolución (sexual)
Francia le puso el nombre, imaginativo por cierto, hace mucho tiempo. Y así permaneció en el argot de las clases más populares, limitado a los prostíbulos y los peep-shows hasta… ¡1969! Ese año, el dúo formado por Serge Gainsborough y Jane Birkin –famosos ya por su “Je t’aime moi non plus”– proclamaron al ritmo de su música “¡69, año erótico!”.
A partir de ese momento, y cual explosión orgásmica, el nombre de esta postura superó todas las fronteras e idiomas convirtiéndose en un clásico hot que equipara a los dos miembros de la pareja: ambos dan y reciben, lo que está abajo puede estar arriba.
El arte del amor
Desde hace más de dos mil años esta posición se practica en Oriente y, además, tiene un nombre particular. En el templo Laksmana de Khajuraho, en la India, construido en el siglo X a.C., se ven apasionadas esculturas en lo que Vatsyayana denomina en el Kamasutra “kalila” o “postura del cuervo”. Seguramente, esto se deba a la costumbre de estos pájaros de entrelazar las cabezas.
Bien visto también en el Taoísmo, el 69 es un símbolo taichi en el que el yin y el yang fluyen en armonía. En el Tantra, esta práctica crea una corriente energética entre los amantes que nivela e integra los planos físico y mental.
En Occidente, en cambio, hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX para ver el arte de la erótica plasmando la postura. Del año 1848, una litografía de Achille Devería, da el primer testimonio de este placer amatorio que aún el lenguaje no se animaba a nombrar.
Un juego de dos: las tres diferentes posiciones
El 69 se asemeja al dibujo que representa el signo de Cáncer, un signo de agua, tal como de agua es todo en esta posición en la que las bocas se desbordan como ríos sobre los genitales de la pareja.
Cual dioses del erotismo, los amantes que practican esta postura se adentran en los secretos más íntimos del otro: la “fellatio” se convierte en tocar la flauta de jade y el “cunnilingus”, en beber en la fuente de jade.
En el Kamasutra del amor, la ubicación tradicional sitúa a la mujer acostada de espaldas sobre la cama con el hombre arriba. Para los más osados, otra posición encuentra al hombre de pie mientras la mujer, con las piernas anudadas a su cuello, posa la cabeza en su miembro mientras recibe placer. Finalmente, la versión francesa, en la que ambos se cruzan acostados de lado para, así, explotar de pasión.
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