23/07/2022, 6:41:27 AM
Estaba en una charla a la que nos llevó la empresa y la exponente, una señora psicóloga muy simpática, nos hablaba de como la crianza que recibimos afectaba nuestra conducta de adultos. Obvio, esa vaina no era ningún secreto para ninguno. Sin embargo, cuando tocó el tema de los padres demasiado exigentes y controladores, una chama que había ido aparte con su mamá, agachó la cabeza y la movía de un lado a otro a manera de negación. La exponente se dio cuenta y le preguntó si pasaba algo. Antes de que pudiera decir algo, la mamá salió a decir: “Ella es una muchacha muy ubicada. Va estudiar medicina cuando se gradúe de bachiller y mientras, está tomando clases de piano. Es de las mas destacadas en su liceo y en el instituto de música. Levamos una excelente relación madre/hija” A cualquier cosa que la exponente quería preguntarle a la chama, la mamá salía a contestar para hacer hincapié en lo que su hija iba a estudiar, en los benditos estudios de piano y en lo supuestamente bien que se la llevaban. La chama solo agachaba la cabeza con cara entristecida
En algún momento la exponente le dijo a la mamá: “Quiero que te calles y que tu hija me conteste”, lo que obviamente desencajó a la orgullosa progenitora. La exponente se dirigió a la chica y le preguntó: “Tu no quieres estudiar medicina, ¿Cierto?” Largas lagrimas comenzaron a brotar de los ojos de la muchacha. Volteó a ver a su mamá y luego a la exponente meneando la cabeza en señal de negación. La psicóloga continuó: “¿Tampoco quieres seguir tomando las clases de piano?” La respuesta fue igual por parte de la chica. La mamá a estas alturas tenia la boca abierta y los ojos como dos huevos sancochados en señal de asombro y vergüenza. La mamá como pudo le dijo a su hija tratando de no ser tan culpable: “Pero tú no me habías dicho nada”, a lo que la hija con voz quebrada le respondió: “Es que tú nunca me dejas hablar. Nunca me pides mi opinión. Solo es lo que tú quieres, no lo que yo quiero”. Todo esto mientras ambas lloraban profusamente. La exponente les dio unos minutos para que se calmaran y les pidió que tuviesen una reunión en privado luego de terminar la charla. No sé en que paró eso, pero espero que ambas hallan podido sincerarse y aceptarse. Creo que ese día al menos pudieron dar el primer paso para arreglar su rollo.
El segundo caso es de una chama la conocí en casa de unos familiares. La mamá le tenía la vida totalmente resuelta y planificada a su hija. Decía: “Ella va a estudiar tal cosa, luego va hacer un post-grado en tal vaina, por las tardes está haciendo un curso de lo otro, los fines de semana está metida en sus libros y por eso es la mejor en su clase…” En algún momento, yo de salido le pregunté a la chama: “¿Oye y aparte no sales a recrearte? ¿Digo, no vas al cine? ¿No te reúnes con amigos?” A todas mis preguntas, la mamá salía a decir que ella no tenía tiempo para esas cosas. Que tenía que estar enfocada en sus estudios para ser la mejor de lo mejor de lo mejor. Particularmente mas que asombro, me causó pena por la chica. A la más mínima insinuación de mi parte de que debería tener una vida social, la mamá brincaba negando cualquier posibilidad de eso. Ya cuando la vaina se puso ladilla, me levanté y me fui a otro lado. Que cagada, pensé
No sé porqué me acordé de la chama luego de un tiempo y estando en la casa de los familiares pregunté si habían sabido algo de ella. Suponía que a esas alturas estaría en la NASA, Wall Street, dando clases en Harvard o algo por el estilo. “No chico”, me dijeron. “La vaina más bien fue una desgracia. La chama se empató con un malandro que la preñó y se fue a vivir con él. Le quitó el habla a la mamá y no la quiere ver mas nunca en su vida. La odia a mas no poder.” De verdad que no me asombró.
En algún momento la exponente le dijo a la mamá: “Quiero que te calles y que tu hija me conteste”, lo que obviamente desencajó a la orgullosa progenitora. La exponente se dirigió a la chica y le preguntó: “Tu no quieres estudiar medicina, ¿Cierto?” Largas lagrimas comenzaron a brotar de los ojos de la muchacha. Volteó a ver a su mamá y luego a la exponente meneando la cabeza en señal de negación. La psicóloga continuó: “¿Tampoco quieres seguir tomando las clases de piano?” La respuesta fue igual por parte de la chica. La mamá a estas alturas tenia la boca abierta y los ojos como dos huevos sancochados en señal de asombro y vergüenza. La mamá como pudo le dijo a su hija tratando de no ser tan culpable: “Pero tú no me habías dicho nada”, a lo que la hija con voz quebrada le respondió: “Es que tú nunca me dejas hablar. Nunca me pides mi opinión. Solo es lo que tú quieres, no lo que yo quiero”. Todo esto mientras ambas lloraban profusamente. La exponente les dio unos minutos para que se calmaran y les pidió que tuviesen una reunión en privado luego de terminar la charla. No sé en que paró eso, pero espero que ambas hallan podido sincerarse y aceptarse. Creo que ese día al menos pudieron dar el primer paso para arreglar su rollo.
El segundo caso es de una chama la conocí en casa de unos familiares. La mamá le tenía la vida totalmente resuelta y planificada a su hija. Decía: “Ella va a estudiar tal cosa, luego va hacer un post-grado en tal vaina, por las tardes está haciendo un curso de lo otro, los fines de semana está metida en sus libros y por eso es la mejor en su clase…” En algún momento, yo de salido le pregunté a la chama: “¿Oye y aparte no sales a recrearte? ¿Digo, no vas al cine? ¿No te reúnes con amigos?” A todas mis preguntas, la mamá salía a decir que ella no tenía tiempo para esas cosas. Que tenía que estar enfocada en sus estudios para ser la mejor de lo mejor de lo mejor. Particularmente mas que asombro, me causó pena por la chica. A la más mínima insinuación de mi parte de que debería tener una vida social, la mamá brincaba negando cualquier posibilidad de eso. Ya cuando la vaina se puso ladilla, me levanté y me fui a otro lado. Que cagada, pensé
No sé porqué me acordé de la chama luego de un tiempo y estando en la casa de los familiares pregunté si habían sabido algo de ella. Suponía que a esas alturas estaría en la NASA, Wall Street, dando clases en Harvard o algo por el estilo. “No chico”, me dijeron. “La vaina más bien fue una desgracia. La chama se empató con un malandro que la preñó y se fue a vivir con él. Le quitó el habla a la mamá y no la quiere ver mas nunca en su vida. La odia a mas no poder.” De verdad que no me asombró.
¿Porque todo tiene que tener un porque?