Satisfacción Garantizada (Historia)

#1
A manera de introducción: No suelo inventar mis historias. Son vivencias tanto mías como de personas cercanas. Por eso lo pienso mucho antes de hacerlo, no vaya ser que revele de mas y pueda dejar al descubierto a quien no quiere ser señalado por algo de lo que aparezca en mis escritos. Disculpen la ausencia, sé que aun les quedo debiendo historias.

Mary se inició sexualmente desde temprana edad. En el pueblo donde vivía eso era lo normal. Eso si, siempre estuvo muy ubicada en cuanto a embarazos no deseados y estuvo alerta. Le agarró muy rápido el gusto al sexo. Su primer novio era un tipo mucho mayor que ella y experimentado. Ella se dejó llevar por él y la hizo sentir cosas de las que solo había escuchado hablar a sus amigas y vecinas. Incluso la enseño a masturbarse, para que saciara sus ganas cuando él no pudiera estar. Antes de terminar el bachillerato ya tenía una importante lista de parejas sexuales en su haber. Era tanto lo que le gustaba y sabía acerca del sexo, que concluyó que debía ser sexóloga. Sin embargo, uno cosa es querer y otra, poder. Esperando cupo en la universidad, decidió no estar ociosa e hizo un diplomado como secretaria y con eso bajo el brazo, consiguió entrar como pasante en una buena empresa.

Desde el primer día se dio cuenta que llamaba mucho la atención de los caballeros que ahí trabajaban. Y no era de extrañarse. Lo que le faltaba de cuerpo lo compensaba con simpatía y sex appeal. Ella era pequeña y delgada pero siembre estaba bien arreglada. La manera de llevar el pelo y el maquillaje que usaba, la hacían ver muy linda. Su piel trigueña, cabello castaño y sus grandes ojos claros, la hacían el centro de las miradas donde llegara. Casi desde el primer día recibió atenciones (e invitaciones).

Mary disfrutó muchísimo el interés que generaba. Aceptaba las invitaciones y si le provocaba, se acostaba con ellos. Luego de un año ya había tenido varios “pretendientes” y había manejado la situación de tal manera que ninguno estuviera de malas con ella. Tenía como política personal: Uno a la vez. Si se sentía a gusto saliendo con alguien, no aceptaba invitaciones de nadie mas.

Un día recibió un espectacular ramo de flores con una tarjeta dedicándole un mensaje que decía algo como: Para la dama mas hermosa y atractiva. Firma: Un admirador secreto! Para ella fue una verdadera sorpresa, porque a pesar de estar acostumbrada a recibir presentes, nunca le habían regalado algo con tan buen gusto. Luego del ramo vino una pequeña cesta llena de dulces y chocolates. Aunque no le quitaba el sueño saber quien era, le intrigaba saber quien era esa persona que se botaba con los obsequios.

Una noche de viernes que se quedó hasta tarde por una torrencial lluvia, salió a esperar un taxi que la llevara a su casa en frente de la empresa. En ese momento, un vehículo que venía saliendo de su trabajo se detiene a su lado, baja el vidrio y le ofrece llevarla. Era uno de los gerentes con los cuales ella casi nunca hablaba. Entre la hora, la lluvia y el lujoso carro no lo pensó dos veces. Ya en camino ella notó que él era de poco hablar, por lo que le costaba descifrarlo. Sin embargo, se atrevió y le preguntó a él si era posible que la invitara a tomarse algo para entrar en calor, ya que la lluvia la tenía temblando de frío. Eso si, agregó, si tu esposa no se molesta. Con una media sonrisa él le contestó: No soy casado! Y si, puedo invitarte algo. Dentro de si, Mary se decía a si misma: Un gerente! Eso es como las grandes ligas! Ella nunca había salido con alguien con ese nivel.

Ya en el sitio se dio cuenta que, a diferencia de los otros hombres, el se mostraba mas interesado en ella que en él mismo. La mayoría se mostraba presumido intentando impresionarla. En cambio él se mostraba mas bien sencillo. Ella pensó: Teniendo con qué, no se da la gran bomba. Eso le gustó.

Luego de terminar el segundo trago, él le preguntó si ya era hora de irse, a lo que ella asintió con cierta tristeza. Él se dio cuenta y ella le dijo que estaba disfrutando muchísimo estar ahí con él. Y que ojalá pudieran quedarse mas tiempo. Él le contestó: Al menos disfrutas de mi compañía, espero que de la misma manera te halla gustado las flores y los dulces que te envié... Fuiste tú! Dijo ella con gran sorpresa. Claro que me encantaron! A lo que ella entonces se acercó y le estampó un gran beso en los labios. Al separarse, se percató de que el había quedado mudo y se había sonrojado muchísimo. Fue cuando se dio cuenta de que no era un tipo de pocas palabras, estaba mas bien nervioso y ella era la causa. Te tengo! Se dijo para si misma.

A partir de ese momento Mary empezó a llevar las riendas en la conversación. A veces le rosaba la mejilla o le agarraba una mano y le encantaba ver como le temblaban. Le encantaba saber que podía causar ese efecto en él. Poco a poco logró que se fuera abriendo y pudo saber mas cosas de él. Donde había estudiado, donde vivía. A diferencia de ella, él había tenido muy pocas parejas.

Luego del cuarto trago ambos estaban mas que desinhibidos. Mary se atrevió a decirle: No quiero seguir bebiendo, si sigo me va dar sueño y no quiero dormir. Y que propones? Le dijo él. Que tal, le respondió ella, si vamos a un sitio donde podamos estar a solas? Él no pudo disimular su asombro y emoción. Como pudo, le dijo: Me encantaría!

Pidieron la cuenta y llegaron a la casa de él. Apenas entraron, comenzaron a besarsarse. Espera, dijo ella. Que tal si primero nos echamos una ducha? Creo que pensamos lo mismo, dijo él. Todo el día en la oficina suele ser agotador. Y así hicieron. Como sabía que él no iba a tomar la iniciativa, ella le dijo: Ven, quítame la ropa y luego yo te la quito a ti. Ella disfrutaba un mundo viendo como él trataba de disimilar su nerviosismo y emoción tratando de quitarle los zapatos y de abrir cada botón de su blusa. Luego pasó al pantalón y después al brassier. Dejame el hilo, le dijo. Entonces comenzó ella a quitarle la camisa, abrir la correa, desabrochar el pantalón y bajárselo. Para ese momento ya el mostraba una gran erección dentro del interior. A Mary no se le quitaba una gran sonrisa de la cara mientras hacia todo aquello. Lo tomó de la mano y entraron a la ducha.

Ya dentro, ella le dio la espalda y se quitó el hilo lentamente. Su culo, aunque algo pequeño, era redondito y firme que terminaba en unas piernas bien torneadas. Se dio vuelta para ver la cara de él que estaba entre asombrado y maravillado. Ella le bajó los interiores y le dijo: Acercate, yo te lo lavo. Abrió la ducha, tomo el jabón y con mucha pericia empezó a enjabonarle el miembro. A él a veces le flaqueaban las piernas por la estimulación y ella disfrutaba ver como el luchaba por mantenerse erguido. Se enjuagaron y salieron de la ducha.

Cerca de la cama ella le indicó que se quedara de pie y ella se arrodilló delante de él. Tomo su miembro entre sus manos y lo comenzó a masturbar. Seguidamente, acercó sus labios y le daba besos mas bien tiernos. Su pene comenzó a gotear un liquido transparente que ella no dudo en lamer y saborear. Me gusta, le dijo Mary, lo tienes dulcito. Poco a poco ella lo fue introduciendo dentro de su boca. Él estaba extasiado con solo ver como esa mujer que tanto le gustaba, estaba haciéndole sentir tanto placer. Ella se lo sacaba de la boca, solo para volverlo a envolver con sus labios y juguetear internamente con su lengua. Pasaron unos pocos minutos mientras Mary, con una mano acompañaba la succión y con la otra le acariciaba los testículos. El, como pudo, le separó su cara y le dijo: Me vas hacer acabar! A lo que ella le respondió: Si tu quieres lo hago! ¿O no te gusta? Claro que me encantaría, le dijo él. ¿Entonces? Contestó ella. Si quieres incluso me lo trago, yo no tengo problema con eso. El la levantó y le dijo: No, ahora me toca a mi.

Con una confianza que no había mostrado hasta ahora, él se acostó boca arriba en la cama y le dijo: Ven, arrodillate y siéntate en mi cara. Ella ni corta ni perezosa lo hizo de inmediato. Él empezó dándole besos y pequeñas lamidas alrededor de su vagina. Luego abrió los labios para lamer su clítoris. Comenzó suavemente y poco a poco llegó a unas lengüeteadas que hacían que a Mary le temblaran las piernas. Ella empezó a decir cosas como: Que rico, si así, me gusta, ahí, dale, mas rápido, no pares, sigue, si, si… Llegado el momento, Mary estaba temblando toda de puro placer y le sobrevino un tremendo orgasmo. Ya, ya, para, le dijo. Pero él no quería soltarla. Por lo que Mary tuvo que dar un pequeño brinco para zafarse de aquella boca que se negaba a dejarla

Ella respiraba profunda y rápidamente con los ojos cerrados al lado de él, que no dejaba de mirarla con una media sonrisa. Por fin abrió los ojos para decir: Que rico! Luego puso la mirada en él y le dijo: Eres un tramposo! No dejaste que yo te hiciera acabar pero tu a mi si. Él, con una mano acarició su cara y le contestó: Te tenía mucha ansiedad. Si había algo que quería hacer, era precisamente eso. Quería hacerte acabar con mi boca y saborear tu humedad.

Acto seguido, se colocó entre sus piernas e introdujo su miembro dentro de ella. Ella lo abrazó tiernamente y comenzó a besarlo. Ella lo rodeo con sus piernas. Los movimientos de él eran lentos pero profundos. Lo sacaba casi a su totalidad y luego la penetraba hasta el final. Poco a poco fue aumentando la velocidad. Al cabo de unos minutos y como si estuvieran sincronizados, fueron acomodando la posición. Él quedo de rodillas con las piernas abiertas y ella se ajustó hasta colocar las de ella en sus hombros. Él, se detuvo por un momento y la miró a la cara, intentó decir algo, pero ella, tratando de adivinar de que se trataba le dijo: Puedes acabarme dentro, yo me cuido. Y así, despreocupados, se entregaron a disfrutar. El fue aumentado la velocidad y ella lo ayudaba meneándose a su ritmo. Llegaron al punto de lo inevitable. Ella comenzó a decir: Así papi, anda, así, ya voy a acabar, dale… Escucharla decir eso hicieron que él no aguantara mas y expulsara dentro de ella todas esas ganas acumuladas que le tenía. Apenas ella sintió que él comenzaba a acabar, ella comenzó a tener pequeños orgasmos que fueron aumentando en intensidad hasta llegar a uno muy intenso. Por fin, él cayó extenuado encima de ella. Él le tomó la cara entre sus manos y la estuvo besando por un rato.

Sacó poco a poco su miembro y se acostó al lado de ella. Casi enseguida comenzó a brotar de su vagina el semen que él había depositado. Ella llevó una mano hasta allá y con el dedo medio, tomó un poco de ese liquido. Jugó con eso entre sus dedos y luego se lo llevo a la boca para probarlo. Él no paraba de verla con cierto asombro. A lo que ella le dijo: Yo también quería saber, a que sabes.

Ya mas descansados se fueron a la ducha. Cuando comenzaron a enjabonarse mutuamente, ella se dio cuenta de que él estaba nuevamente en guardia con una nueva erección. Se dio media vuelta y se puso en posición para que él la penetrara. No hizo falta pedírselo. Ahí, ambos de pie, tuvieron otro encuentro que resultó tan satisfactorio como el primero. Ella con ambas manos en la pared y una pierna levantada montada quien sabe donde. Él la agarraba por la cintura y de vez en cuando se acercaba para jugar con sus pezones. Esta vez él, quien había estado prácticamente mudo, le dijo: Quiero darte duro! A lo que ella le contestó: Anda, si, dame duro, a mi me gusta! Y así, con el sonido que generaban ambos cuerpos por los golpeteeos, tuvieron otro orgasmo.

Sin proponérselo, comenzaron a salir y compartir mas seguido. En la empresa, cuando se supo que ellos tenían “algo”, nadie mas la invitó a salir. Ya sea por respeto o por miedo a contrariar a unos de los gerentes. Igual, ella se sentía bien con él o al menos eso creía. Así que siguió adelante con la relación. Sin darse cuenta, ya ella se había mudado al apartamento de él. Con el tiempo y por uno de esos pelones en el calendario que siempre ocurren, ella salió embarazada y tuvo una hermosa niña. Un año después, vendría su hermanito. Para dedicarse a la maternidad, dejó de trabajar.

Al pasar el tiempo, Mary comenzó a sentir que su vida era monótona. Al llegar los niños, su vida sexual había sufrido un bajón bastante importante y eso la tenía inconforme y arisca todo el tiempo. Adicional, ya casi no salían a bailar o al menos a distraerse un rato. Su día a día se limitaba a su casa. Aunque no le faltaba nada, ya que él le proveía de todo lo que necesitaba, comenzó a sentirse inconforme. Conversó con él y le sugirió la idea de vender cosas online. Él la apoyó y ella buscó que cosa podría funcionar. Alguien le sugirió vender complementos alimenticios a los gimnasios y a las personas que asistían a los mismos. Consiguió un buen precio comenzar a vender también y así lo hizo. Publicó sus artículos en una pagina especializada y en menos de un mes ya había concretado varias ventas. Uno de los compradores le solicitó comprar un numero mayor de productos para ofrecerlos en su local. Por tal motivo, cuadraron una visita. Le encargó los niños a la abuela y se dirigió a la cita.

Llegó a a media mañana y la atendió el dueño, un tipo amable y musculoso que la invitó a pasar para mostrarle el lugar. Era un gimnasio con varias áreas bien distribuidas. Ella notó que no dejaba de verla y detallarla. Eso a ella le gustó. Se sintió otra vez bonita y le recordó cuando todos los hombres tenían que ver con ella. Siempre le gustó llamar la atención y esta no era la excepción. Charlaron, cuadraron el negocio y el dueño le hizo prometer que sería ella quien le trajera los productos. Ella estuvo de acuerdo. Cuadraron el pago, fecha de entrega y se despidieron. El le tendió la mano y cuando ella se la dio para despedirse, la trajo hacia él y le dio un beso en la mejilla, casi tocando sus labios. Le dijo: La próxima vez trae ropa cómoda para mostrarte como funcionan los aparatos.

Desde ese día Mary no dejaba de pensar en el dueño del gimnasio. Si, se sentía mal y sabía que no debía volver a verlo, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad. Peor aun, en su casa la situación no mejoraba. Él llegaba cansado de trabajar y casi no le dedicaba tiempo a ella. No recordaba cuando fue la ultima vez que tuvieron un tiempo solo para los dos.

Mientras tanto, cuadró la venta, llevó los productos pero fue en un horario en que sabía que había clientes. Aún así, el dueño no dejaba de atacarla y, aunque le gustaba, trataba de esquivarlo. Su política personal de “solo uno a la vez”, era inquebrantable para ella.

Pasaron semanas en las que ella meditó y pensó mucho en que hacer literalmente con su vida. Sintió que los últimos sucesos la dirigían a una sola cosa. Normal que cuando a una mujer se le mete algo así en la cabeza, es muy difícil de que no lo haga. Al final, decidió alquilar un pequeño apartamento en el centro de la ciudad y se fue con sus dos hijos. Dejar a su pareja no fue fácil, fueron varios años juntos, hijos de por medio y él no quería. Aun así, se resignó y la dejó ir. No hubo drama, ni llantos. Tampoco reclamos ni peleas sin sentido. Ella, luego de mucho tiempo, se sintió libre otra vez.

Sus ventas aumentaron considerablemente, tanto, que tenia casi un cuarto lleno de productos que diariamente despachaba a particulares y locales. Incluso podía pagar una niñera para ella poder salir tranquila, sabiendo que los niños estaban bien cuidados.

Un día, decidió volver al local del dueño que tanto le llamaba la atención. Como le había solicitado, llevó ropa de ejercicios que no dejaba mucho a la imaginación. Como sabía que abría temprano, le llegó de imprevisto. Que agradable sorpresa verte por acá, no te esperaba, dijo el dueño. A lo que Mary contestó: Vine a que me muestres, como me prometiste, como funcionan tus aparatos. En seguida fue y cerró con llave para que nadie pudiera entrar. La tomó de la mano y la llevo al interior del local donde, sin pedir permiso, comenzó a arrancarle la ropa. Ésto sorprendió a Mary, pero no le molestó. Aunque algo tosco, logró que ella se excitara bastante. Le besó el cuello y los los senos con mucha pasión y ansiedad. Cuando por fin le quitó toda la ropa, el procedió a desvestirse. Al tener solo una franela y shores deportivos, no tardó mucho. La levantó hacía él y la cargó.

Sin mucho protocolo, la levantó un poco y calzó su miembro en la vagina de ella. Poco a poco la fue bajando mientras él entraba cada vez mas dentro de ella. Por fin en esa posición y pegados al espejo de una pared, comenzó a embestirla. Siendo Mary de complexión pequeña y delgada, se le hacía fácil a él sostenerla. La subía y la bajaba cada vez con mas rapidez mientras sus manos estaban puestas en cada una de sus nalgas. A pesar de nos ser precisamente delicado con ella, a Mary le gustaba como se lo hacía. El dueño le estaba dando con mucha pasión e iba aumentando la velocidad cuando, de repente, la levantó con rapidez, la colocó en el piso arrodillada, la tomó por el cabello con firmeza y así, se masturbó para vaciarle en su cara grandes chorros de semen. Mientras tanto, él la veía con una sádica sonrisa mientras acababa. Al terminar, le restregó su pene un rato por su cara y luego la soltó tan de repente como la había tomado anteriormente. Mary, sin poder abrir bien los ojos, vio como él se iba a los baños del fondo.

Ella lo siguió hasta allá aún desnuda y con la cara chorreando su semen. Toma, le dijo dándole una toalla. Lavate o duchate, le dijo, como prefieras. Ella le contestó: Ven, duchémonos juntos. A lo que el le contestó: No tengo tiempo, ya tenía que haber abierto. Apresurate… Cuando ella salió de la ducha, él ya tenía abierto el local y habían llegado un par de clientes. Tuvo que salir en paño a buscar su ropa que aún estaba en el piso del gimnasio. En el espejo donde la había recostado, se podía ver su silueta formada por su sudor. Se vistió y con la mayor frialdad del mundo él se despidió de ella. Mary tomó rumbo a su casa y despachó a la niñera. En la noche, en su cama, meditó en lo sucedido.

A pesar de que el trato del dueño del local hacia ella, no fue precisamente amoroso, se sorprendió al reconocer que lo había disfrutado. Recordar como la agarraba con sus grandes y musculosos brazos hizo que se excitara nuevamente. Tanto que tuvo que masturbarse dos veces para poder saciar las ganas que aún tenía. Por fin y sin darse cuenta, se quedó dormida.

Esa misma semana comenzó a recibir mas pedidos de los usuales de otros gimnasios, algunos eran clientes conocidos y otros nuevos. Incluso la forma en que se dirigían a ella había cambiado. Antes, en su mayoría eran muy cordiales y respetuosos, hasta secos. Ahora eran mas bien cariñosos y le decían: Corazón, bonita, hermosa, etc. La mayoría le pedía que fuera ella en persona a entregar los productos y no por encomienda. Mary, que no tenía nada de tonta, sabía lo que estaba sucediendo. Les aceptaba la condición pero con un pequeño incremento en el precio.

Todos los clientes que le solicitaron que ella hiciera la entrega, se le insinuaron de una u otra forma. Dentro de sí, Mary estaba extasiada de tanto ofrecimiento. Siendo como era, les rechazaba las invitaciones a la mayoría, pero aceptaba a los que encontraba bien parecidos. Tuvo relaciones con al menos dos clientes mas. Uno algo mayor y preocupado por satisfacerla. El otro mas bien joven pero muy vigoroso.

Hubo un par de situaciones en que Mary pudo, sin querer, completar su ya gran abanico de experiencias sexuales. En uno, la habían contactado de un gimnasio “solo para mujeres”. La encargada, una mujer joven y bonita, la trató con mucha amabilidad y se mostró interesada tanto en sus productos como en ella. Ésto generó algo de confusión en ella ya que las mujeres solían tratarla mas bien con diferencia y algo de desprecio. Cuadraron el negocio y la encargada la invitó a salir un día a charlar y conocerse. Mary aceptó y una noche de viernes la fue a visitar a su casa.

Apenas abrió la puerta Mary se dio cuenta que la encargada no se andaba por las ramas. Llevaba puesto un pequeño short y una franela que le dejaba descubierto el vientre. Pasó, la hizo sentar a su lado en un pequeño sofá de la sala. Le acarició la cara y la encargada, sin ningún tipo de pena pero con voz muy tierna, le dijo: Me gustas mucho, eres muy bonita. Provoca comerte a besos. Y tal cual, se acercó a ella y la besó. Mary se sintió extraña. No mal ni incomoda. Pero no se lo esperaba tan de repente. La encargada comenzó a desvestirla y ella simplemente se dejó llevar. En un santiamén, ambas estaban desnudas. La encargada encima de Mary besándola por la cara, el cuello. Bajó por su vientre y luego se centró en su vagina. A Mary le llamó la atención que, a diferencia de los hombres, la encargada era poco delicada con ella. Es mas, había empezado siendo muy tierna y luego pasó a ser algo brusca. Casi desagradable.

La encargada se escupió los dedos y comenzó a frotarlos por toda la vagina a Mary. De vez en cuando metía un dedo dentro de ella, luego dos y al final tres. De repente su tono de voz cambió y le dijo: Te gusta ¿Verdad perra? Te voy a hacer acabar porque eres una puta! Mary cerró los ojos para tratar de no pensar en ella y sentir que estaba con uno de esos hombres musculosos con los que tanto disfrutaba estar. Esto hizo que se humedeciera y pudiera tener un orgasmo. Aun así, la forma de conseguirlo no fue precisamente agradable.

La voz de la encargada llamándola hizo que abriera los ojos: Ahora me toca a mi! Mary, casi en automático fue hasta la vagina de ella. Como pudo comenzó a besarla y a pasar sus labios por alrededor. Así no! Le dijo la encargada, chúpamela. Quiero que me la mames, anda. Mary por primera vez saboreó un fluido vaginal que no fuera el de ella. No le supo mal, pero tampoco era lo que pensaba. La encargada la jalaba por el cabello como enterrándole mas la cabeza dentro de ella. Mary como podía, trataba de lamer y chupar. Para ese entonces, ya no comprendía lo que la encargada decía con tanta grosería. Por fin empezó a temblar anunciando que estaba a punto de acabar. A medida que acababa, mas empujaba la cabeza de Mary hacia ella. Al punto que la estaba asfixiando. Por fin la soltó y Mary pudo respirar. La encargada quedó como desmayada, por lo que Mary aprovechó para vestirse. Cuando ya estaba terminando de hacerlo, desde el sofa, de nuevo con una “tierna” voz le dijo: Ya te vas? Que malo, yo quería que te quedaras. Pensé que podríamos pasar la noche juntas! Mary inventó que la niñera le escribió y tenía que irse. Ya en camino pensaba en lo loco de lo que acababa de hacer. Estaba clara que era una de las cosas que quería experimentar, pero que definitivamente no volvería a hacer.


La segunda situación fue en un local que funcionaba como sitio fitness y de comida sana. Mary al ver al dueño quedó impresionada. Era uno de los hombres mas hermosos y con un bello cuerpo que había visto en su vida. La recibió con una bella sonrisa y Mary quedó prendada de él enseguida. Como obtuvo su teléfono, siempre le escribía para saludarlo, preguntarle como estaba y cosas así, pero él no mostraba interés alguno o su trato hacia ella era demasiado cordial. Mary quería estar con él, sea como sea, así que decidió subir el nivel. Le dijo que pensaba que era una persona con muy buen gusto y quería saber su opinión sobre ciertas prendas deportivas que pretendía vender. Así que empezó a enviale fotos en prendas bastante diminutas. Sin embargo, sus repuestas siempre fueron muy profesionales y al tema. Él solo le indicaba los pro y los contras de cada prenda.

En un movimiento desesperado, Mary le dijo que quería su opinión acerca de unos trajes de baño pero que le daba “pena” mandarle fotos, que si era posible mostrárselos en persona. Debido a que habían hecho de alguna manera, buena amistad, él accedió. La citó en su casa y Mary llegó a la hora fijada con un bolso lleno de trajes de baños, unos mas pequeños que otros. Él pensó que ella solo le mostraría los modelos, pero ella insistió que la única forma de poder evaluarlos, era que ella se los mostrara puestos. Se fue a un baño y salió con el primero. Él, muy critico y profesional, le daba su opinión de cada uno de ellos. Mary no entendía que pasaba. Cualquier otro ya le hubiera tirado en el piso y hubieran tenido sexo ahí mismo. En cambio él se mantenía muy calmado y cordial. Por fin, se puso el bikini mas pequeño que tenia. Apenas le cubría los pezones y la vagina. Un pequeño hilo salía desde sus nalgas para dejarlas prácticamente al descubierto. Antes de salir, Mary pensó: ¿Será que no le gusto? Quizás está acostumbrado a estar con mujeres bellísimas y yo no soy precisamente una miss. Salió y él se le quedó viendo de arriba a abajo. Solo atinó a decir: Me parece muy vulgar. Mary le contestó: O sea, ¿Éste no te gusta entonces? ¿Me lo quito? Con cara de casi de asco, él asintió. Ok, dijo Mary. Ahí mismo se quitó la parte de arriba y luego la parte de abajo. ¿Y así que tal? Dijo Mary con voz desafiante.

La cara de él cambió totalmente. Abrió los ojos y se levantó de la silla donde estaba. Mary se le acercó y sin pedir permiso, puso su mano sobre su miembro, encima del mono deportivo que cargaba. El seguía con su cara de susto. Comenzó a acariciarlo suavemente de arriba a abajo y comenzó a ponerse erecto. Ven, le dijo Mary, quiero que me cojas, me tienes mal desde que te vi la primera vez.

Ella se acostó en un sofá y el se quedó inmóvil. Al ver que no se acercaba, abrió las piernas de manera que el la viera totalmente, se mojo los dedos indice y medio y comenzó a masturbarse. Al verla, él se acercó, se bajó el mono y comenzó a masturbarse también. Al verlo ya preparado, Mary le dijo: Ven, metémelo, házmelo rico. Pero él se detuvo y con voz pausada le dijo: Te voy a confesar algo. Prefiero hacerlo con un hombre! Mary fue quien ahora abrió los ojos con incredulidad. Rompió el silencio solo para decir: ¿Te doy asco o que? El se le acercó y le dijo: No, para nada, creo que eres una mujer muy atractiva. Es que a mi me llaman la atención mas los hombres. He estado con mujeres, pero no siento el mismo placer! Ahh, dijo Mary, ahora entiendo! Y se cuajo de la risa!

Luego de unos momentos se recompuso y se acercó a él. Le terminó de bajar el mono y comenzó ella a masturbarlo. ¿Que haces? Le dijo él. Ella lo miró con cara de malicia y le dijo: Y como es que él se pone duro cuando lo toco? Suspirando él le contestó: Yo no soy de hierro. Mary, sin para de estimularlo y aprovechando de acariciar sus firmes nalgas le dijo: Pues no se como vas a hacer, le dijo Mary, pero yo no me voy hasta hacerte acabar. Ok, dijo él, si así van a ser las cosas, vamos a hacerlo como se debe. A continuación se denudó, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto. Se acostó en la cama y le dijo: Hazme acabar pues. Mary ni corta ni perezosa comenzó a masturbarlo nuevamente. Aunque estaba clara de que no iba lograr nada con él, disfrutaba aquello. Con la mano desocupada, le acariciaba el pecho, el vientre, las piernas, etc. Pero la voz de él la hizo sacar de su éxtasis y le dijo: Así solamente? Méteme un dedo en el culo! Esta situación no era nueva para ella. Mas de una vez los hombres le habían pedido eso. Según tenia entendido, era por donde ellos tenían su punto G.

Él levanto las piernas y Mary fue metiendo un dedo. No, le dijo él, mete dos o tres para que me puedas hacer sentir. Ella estaba extasiada de ver como por cada milímetro que insertaba de sus dedos, le causaba mas placer, aunque de cierta forma le parecía algo cómico. Por fin el comenzó a temblar y gemir, anunciando que estaba por acabar. Unos importantes chorros salieron de su miembro mientras Mary no dejaba de meter y sacar los dedos dentro de él. Sus gemidos comenzaron a apagarse y ella entendió que había logrado su objetivo. Pero había un problema, ella estaba llena de deseo. Se sentó a su lado y puso cara resignación. Habló en voz alta y dijo: Me tocará masturbarme cuando llegue a mi casa entonces. Espera, dijo él. Se incorporó, buscó dentro de una caja que estaba debajo de su cama y sacó un consolador doble. Se lo mostró y le dijo: Puedes usarlo, está limpio, yo soy muy cuidadoso con eso.

Mary se sintió en confianza y lo tomó. Lo lubricó con un gel que él también le había suministrado y comenzó a frotarlo entre la entrada de su vagina y su clítoris. Como era doble, tomo una de las puntas y la introdujo en su ano y la otra en su vagina. Cada mano empujaba y sacaba una de las puntas. No estaba segura de cuantas veces acabó así, pero fueron varias y muy placenteras. Sobretodo porque él la veía con atención. Luego de eso, se fueron a bañar juntos, pero ya no había morbo. Se abrazaron por un rato bajo la ducha con mas amor filial que sexual.

Lo que empezó con unas ganas inmensas de coger, terminó siendo una excelente amistad. Aquel hombre se convirtió en el mejor amigo de Mary, confidente y compañero de aventuras. Gracias a los contactos que él tenía Mary se dio conocer con mas gente del mundo de los gimnasios, el ejercicio físico y fitness. Como ya su apartamento no daba para el tamaño de su operación, alquiló un local.

El papá de los niños a veces venía y se quedaba con ellos, pero ya no quedaba nada en ella que le provocara de aquel hombre que fue su compañero por varios años. Aun así, tenían una relación bastante tranquila y afable.

Un día, sentada en su oficina, se puso a ojear aquella pagina por donde ofreció por primera vez sus productos. La mayoría con muy buenas calificaciones, las leyó una por una. Al llegar a la primera y mas antigua, reconoció la foto de la primera persona que la había calificado. Aquel dueño con el que tuvo sexo cargada sobre él y después la trató como si nada. Aún así, le otorgó la máxima calificación y como comentario lo siguiente: Recomiendo al 100% a esta vendedora. Amable, atenta, bonita y muy dispuesta. Satisfacción garantizada!

Epílogo: Conocí a Mary como pasante y si, parecía una muñeca. Años después, la conseguí nuevamente al pasar sin querer frente al local que recién abría. Como para ese entonces, yo trabajaba cerca, era normal pasar a saludar a veces y compartir un café. De esas conversaciones sale mucho de lo aquí narrado. Normal, siempre fue una mujer muy abierta a contar sus intimidades y enorgullecerse por ellas. Hay otras cosas posteriores que son dignas de contar, pero serían muy reveladoras.
¿Porque todo tiene que tener un porque? Confused
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#2
Muy buena historia y mas saber saber que es la historia contada o sacada de las vivencias de una chica, me hace recordar las que salian en urbe bikini, la imaginacion es una vaina arrecha
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#3
Excelente historia! Había pasado un tiempito desde la última. Cómo siempre muy buena forma de narrar todo. Esa Mary es toda una ninfómana, de esas que tienen mentalidad de hombre y no le paran sal que dirán. Conozco muy pocas así que no se enrollan y creen que cuando dan la totona están entregando el reino de Inglaterra.

[Imagen: ju.png]
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#4
Como siempre bueno bro! Te has vuelto un tiro al piso, no dejes de hacerlo.
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#5
Que buen relato bro! Yo tengo tiempo sin echar un cuento por acá aunque hace poco me pasó algo digno de contar.

P.D.: no se me olvida que me tienes la novela a medio camino ñoetupepa
[Imagen: Imagen3.jpg]
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