5/08/2019, 2:42:35 PM
Se titularon campeones y ganaron el derecho de representar al Zulia y a toda Venezuela en la Serie Latinoamericana de Béisbol, pero el viaje dependía de que recibieran el apoyo económico para comprar los boletos para llegar a México.
Las autoridades regionales del Zulia negaron los recursos, así que se aventuraron a ir a Caracas para procurar que algún ente oficial asumiera los costos y los niños, quienes ya habían cumplido su parte, acudiesen al torneo en representación del país, de nuevo la respuesta fue negativa.
Por varios días, el periodista deportivo Pedro Gutiérrez estuvo insistiendo e invitando a otros comunicadores a sumarse a su campaña para encontrar a alguien capaz de hacer ese aporte. Las voces se multiplicaron. Los campeones de la Liga Cacique Mara merecían seguir tras su sueño. Era urgente ser atendidos. Se hacía tarde, llegaba el fin de semana y comenzaba la competición.
En Twitter e Instagram aparecían ellos, sonreídos y expectantes, ya parecía que el viaje sería de regreso a Maracaibo.
Sin embargo, apareció un pitcher, pero no en la acepción que dan algunos a quien da dinero para alguna actividad, apareció un pitcher de verdad, uno de las Grandes Ligas, el abridor de los Medias Rojas de Boston, Eduardo Rodríguez, para apoyarlos con la compra de los pasajes, y luego se sumó otro pitcher, abridor de los Cerveceros de Milwaukee, también zuliano como los niños, Jhoulys Chacín, quien asumió el pago de los impuestos y el domingo, en el último vuelo posible para estar en el estadio a la hora de play ball, los muchachos emprendieron su viaje de alegrías. Un pitcher del Magallanes y otro del Caracas, creo que aquí está velado un bonito mensaje.
La aerolínea Copa también hizo su parte.
De más está decir que esto no tienen que hacerlo los peloteros grandes ligas, no es su deber. Lo hacen porque quieren, porque fueron niños y no les es difícil ponerse en su lugar, no hace tanto pasaron por ahí. La mayoría de ellos tienen fundaciones o apoyan fundaciones y causas, pero no es obligatorio que lo hagan, también huelga decir que quienes deberían hacerlo no lo hicieron (apenas el equivalente a cuatro boletos presionados por todo lo publicado en redes sociales), pero como esta crónica es una celebración, no diré nada más, ellos, los que no cumplieron, no importaron.
Anoten sus nombres, guarden esta crónica, todos ellos merecen ser recordados por su gran hazaña. Los niños a quienes se les había negado apoyo, terminaron llamándose así,: el equipo “Venezuela”. Eso decía la pizarra en cada juego.
Ellos son: Diego Fernández, Diego Gutiérrez, Jesús Chávez, Daniel Alaña, Jesús Terán, Dorian Oviedo, Santiago López, Abraham Gutiérrez, Leobel Chan, Moisés Rincón, Richard Morillo, Jesús Piña, Samuel Corredor y Eduardo Gutiérrez.
El cuerpo técnico integrado por Jorge Sequera y Daniel Gutiérrez y el manager Hebert Bohorquez.
Se perdieron la ceremonia de inauguración el sábado, llegaron el domingo a la 1:30 de la tarde, el juego comenzó hora y media después, los buscaron en el aeropuerto y de ahí al estadio. No almorzaron, tenían hambre de triunfo, ganaron el primero por KO.
Y así Venezuela siguió sumando victorias y Pedro Gutiérrez dedicado a informarnos cómo iban y ya no era solo el país beisbolero regado por todas partes del mundo, era todo el mundo pendiente de lo que iban haciendo. Alegrándonos con sus fotos exhibiendo sus caras felices, disfrutando del entusiasmo de la barra que estaba apoyándolos con cantos y banderas, mamás venezolanas que viven en México y que por esos días los adoptaron, en un nada silencioso homenaje a Andrés Eloy Blanco y convirtiendo a cada niño en sus “hijos infinitos”. Los apoyaron con meriendas amorosas, regalos y útiles escolares. Ellas también son parte de este cuento bonito. Lo mismo que los restaurantes que les brindaron ricos platos.
Videos de los chiquillos bailando tambor y gritando “Viva Maracaibo” y todos nos volvimos maracuchos, contentos porque lo estaban haciendo bien y porque a Maracaibo, al Zulia y a Venezuela entera le hacen falta alegrías como la que ellos nos hacían sentir con sus batazos y sus jugadas.
El que no iba siguiendo acuciosamente el campeonato, preguntaba “¿Cómo les esta yendo a los chamos que no iban a viajar?”. Entonces uno, que sabía, les respondía más rápido que inmediatamente, porque estas cosas deben contarse cuantas veces se pueda.
Así llegó el viernes. Los campeones venezolanos enfrentaban a los campeones de Curazao, quienes también habían tenido un torneo muy bueno, llegar a la última instancia es cosa de los que lo han hecho mejor.
Y si una pregunta dio gusto responder montones de veces fue esa: “¿Quién ganó?”
¡Ganaron los chamos! ¡Ganó Venezuela!
By Mary Montes, Prodavinci, 03AGO19.
Las autoridades regionales del Zulia negaron los recursos, así que se aventuraron a ir a Caracas para procurar que algún ente oficial asumiera los costos y los niños, quienes ya habían cumplido su parte, acudiesen al torneo en representación del país, de nuevo la respuesta fue negativa.
Por varios días, el periodista deportivo Pedro Gutiérrez estuvo insistiendo e invitando a otros comunicadores a sumarse a su campaña para encontrar a alguien capaz de hacer ese aporte. Las voces se multiplicaron. Los campeones de la Liga Cacique Mara merecían seguir tras su sueño. Era urgente ser atendidos. Se hacía tarde, llegaba el fin de semana y comenzaba la competición.
En Twitter e Instagram aparecían ellos, sonreídos y expectantes, ya parecía que el viaje sería de regreso a Maracaibo.
Sin embargo, apareció un pitcher, pero no en la acepción que dan algunos a quien da dinero para alguna actividad, apareció un pitcher de verdad, uno de las Grandes Ligas, el abridor de los Medias Rojas de Boston, Eduardo Rodríguez, para apoyarlos con la compra de los pasajes, y luego se sumó otro pitcher, abridor de los Cerveceros de Milwaukee, también zuliano como los niños, Jhoulys Chacín, quien asumió el pago de los impuestos y el domingo, en el último vuelo posible para estar en el estadio a la hora de play ball, los muchachos emprendieron su viaje de alegrías. Un pitcher del Magallanes y otro del Caracas, creo que aquí está velado un bonito mensaje.
La aerolínea Copa también hizo su parte.
De más está decir que esto no tienen que hacerlo los peloteros grandes ligas, no es su deber. Lo hacen porque quieren, porque fueron niños y no les es difícil ponerse en su lugar, no hace tanto pasaron por ahí. La mayoría de ellos tienen fundaciones o apoyan fundaciones y causas, pero no es obligatorio que lo hagan, también huelga decir que quienes deberían hacerlo no lo hicieron (apenas el equivalente a cuatro boletos presionados por todo lo publicado en redes sociales), pero como esta crónica es una celebración, no diré nada más, ellos, los que no cumplieron, no importaron.
Anoten sus nombres, guarden esta crónica, todos ellos merecen ser recordados por su gran hazaña. Los niños a quienes se les había negado apoyo, terminaron llamándose así,: el equipo “Venezuela”. Eso decía la pizarra en cada juego.
Ellos son: Diego Fernández, Diego Gutiérrez, Jesús Chávez, Daniel Alaña, Jesús Terán, Dorian Oviedo, Santiago López, Abraham Gutiérrez, Leobel Chan, Moisés Rincón, Richard Morillo, Jesús Piña, Samuel Corredor y Eduardo Gutiérrez.
El cuerpo técnico integrado por Jorge Sequera y Daniel Gutiérrez y el manager Hebert Bohorquez.
Se perdieron la ceremonia de inauguración el sábado, llegaron el domingo a la 1:30 de la tarde, el juego comenzó hora y media después, los buscaron en el aeropuerto y de ahí al estadio. No almorzaron, tenían hambre de triunfo, ganaron el primero por KO.
Y así Venezuela siguió sumando victorias y Pedro Gutiérrez dedicado a informarnos cómo iban y ya no era solo el país beisbolero regado por todas partes del mundo, era todo el mundo pendiente de lo que iban haciendo. Alegrándonos con sus fotos exhibiendo sus caras felices, disfrutando del entusiasmo de la barra que estaba apoyándolos con cantos y banderas, mamás venezolanas que viven en México y que por esos días los adoptaron, en un nada silencioso homenaje a Andrés Eloy Blanco y convirtiendo a cada niño en sus “hijos infinitos”. Los apoyaron con meriendas amorosas, regalos y útiles escolares. Ellas también son parte de este cuento bonito. Lo mismo que los restaurantes que les brindaron ricos platos.
Videos de los chiquillos bailando tambor y gritando “Viva Maracaibo” y todos nos volvimos maracuchos, contentos porque lo estaban haciendo bien y porque a Maracaibo, al Zulia y a Venezuela entera le hacen falta alegrías como la que ellos nos hacían sentir con sus batazos y sus jugadas.
El que no iba siguiendo acuciosamente el campeonato, preguntaba “¿Cómo les esta yendo a los chamos que no iban a viajar?”. Entonces uno, que sabía, les respondía más rápido que inmediatamente, porque estas cosas deben contarse cuantas veces se pueda.
Así llegó el viernes. Los campeones venezolanos enfrentaban a los campeones de Curazao, quienes también habían tenido un torneo muy bueno, llegar a la última instancia es cosa de los que lo han hecho mejor.
Y si una pregunta dio gusto responder montones de veces fue esa: “¿Quién ganó?”
¡Ganaron los chamos! ¡Ganó Venezuela!
By Mary Montes, Prodavinci, 03AGO19.